En primer lugar, reciclar a través de tratamientos de residuos que permiten darles otra vida útil. Para cumplir con este principio es importante habituar a nuestros hijos, desde pequeños, a separar la basura orgánica de la inorgánica y, entre ésta última, papeles de botellas, de plástico. Aún cuando en la ciudad donde vivamos no haya sistemas de reciclado público, estaremos entrenándolos para ser buenos recicladores en el futuro.
En segundo lugar, reutilizar los productos, con el mismo uso u otro diferente. Una buena idea para aplicar el concepto es tratar de elegir botellas de plástico retornables en lugar de aquellas descartables.
En último lugar,
reducir la producción y el consumo de objetos que no pueden convertirse en
residuos. Es decir, que no se pueden recuperar y volver a usar. Un ejemplo
cotidiano con el que podemos poner en práctica este principio es disminuir o
evitar el uso de pilas y baterías. Los juguetes infantiles funcionan, en
general, con este sistema energético. Utilizar pilas recargables y hablar con
nuestros hijos acerca de la importancia en la moderación de este tipo juguetes
es un paso importante hacia la adquisición de hábitos de cuidado del medio
ambiente.
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